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Dos muertos y 33 heridos tras arrollar un autobús a un coche accidentado en la A-5
Los heridos, cuatro de ellos de gravedad, fueron trasladados a diversos hospitales del sur y de la capital. Sanidad habilitó un dispositivo de atención a los viajeros
MARIO DÍAZ/ALCORCÓN.
A las 5 y 37 minutos de la madrugada del viernes al sábado, el ruido de los frenos despertó a algunos de los 33 viajeros que se desplazaban a Madrid desde Lisboa en un autobús de línea. Unos metros delante, en plena autovía de Extremadura (A-5), a la altura de la localidad madrileña de Navalcarnero, un turismo que acababa de sufrir un accidente permanecía parado. El conductor del autocar maniobró apresurado, pero no pudo evitar arrollar a un ocupante del coche accidentado, y la maniobra acabó con el autocar volcado sobre el asfalto. El resultado, dos muertos y 33 heridos, cuatro de ellos de gravedad.
Uno de los fallecidos fue el propio conductor del turismo, un ciudadano estadounidense de 37 años. Se había salido de la vía y había colisionado con las vallas metálicas de la izquierda, por lo que su Citröen C-3 se quedó detenido en ese mismo carril izquierdo de la calzada. Junto a su único acompañante, salió para comprobar los daños en su coche. Pero no tuvo tiempo.
En ese momento, un autobús marca Iveco que viajaba a Madrid desde Portugal se topó con el turismo. «El coche estaba sin luces y el conductor no debió verlo desde lejos; frenó y, aunque le quiso esquivar, le golpeó en un lateral y nos fuimos a la valla de la derecha, para luego volcar en la cuneta», recuerda uno de los heridos, un joven hispano-argentino de 17 años que ayer por la mañana era atendido en la Fundación Hospital de Alcorcón y que prefiere no identificarse. Su padre, a su lado, asentía.
Volcó en una cuneta
El autobús volcó y la mitad de sus 34 ocupantes -incluido el conductor-, se encontró con su cuerpo arrastrándose junto al suelo, en un amasijo de asfalto, tierra y cristales rotos. Uno de esos pasajeros fue el segundo fallecido, una mujer ucraniana de 27 años de edad. «La chica que murió estaba en mi fila de asientos, pero al otro lado del pasillo, por donde volcó el autobús», afirma el padre del chico hispano-argentino, de 49 años, al que llamaremos José.
Tras el pánico inicial, José, su hijo y el resto del aterrado pasaje trataron de salir de la jaula en la que se había convertido el autocar: «Algunos salimos por la luna delantera; otros, por las salidas de emergencia», recuerda el joven.
Tanto él como su padre coinciden en que el alto número de accidentados se produjo, «más que por el golpe con el coche, por volcar».
En todo caso, ambos exculpan al conductor del autobús, matriculado en Badajoz, de la responsabilidad del accidente. «El conductor era muy bueno, pero no pudo hacer nada, no lo vio», sostiene el joven. Cuando llegó la Guardia Civil de Tráfico al lugar de los hechos, le requirieron: «Sólo estaba herido leve y hablaron con él, pero se fue al hospital sin ser detenido», declaró a ABC José Ramón Delgado, el responsable del equipo de la Cruz Roja que atendió a los heridos en la Fundación Hospital de Alcorcón.
Según los testigos, el turismo no tenía ninguna luz encendida, pero, ¿vestía su conductor el chaleco reflectante reglamentario al salir a la calzada de la autovía? El joven hispano-argentino, que vivió el golpe en la segunda fila del autobús, hizo hincapié en que «en aquella recta no había ninguna luz».
Fuentes de Emergencias 112 añadieron que, cuando llegaron al lugar donde ocurrieron los hechos, el cuerpo del estadounidense fallecido ya estaba tapado con una manta.
Un pasaje multinacional
Por su parte, agentes de la Guardia Civil de Tráfico, consultados por este diario, rehusaron realizar valoraciones sobre ningún detalle del accidente «hasta que esté confeccionado el correspondiente informe técnico, dentro de unos días».
Los pasajeros del autobús, una heterogénea amalgama de nacionalidades -ocho en total, naturales de Brasil, Ucrania, Marruecos, Argentina, Guinea, Portugal, España y China.-, fue saliendo poco a poco, ante el asombro del resto de ciudadanos que se dirigían en sus vehículos hacia Madrid por la carretera de Extremadura en esa madrugada del viernes.
Hasta doce llamadas avisando del suceso se recibieron en el servicio de Emergencias 112 minutos después de producirse el siniestro, y muchos automovilistas se detuvieron en su camino y ayudaron en lo posible, alejando del centro de la calzada el turismo accidentado, e incluso trasladando a los heridos más leves a los hospitales más próximos.
Despliegue de emergencia
Instantes después, hasta ese kilómetro 27 de la A-5 acudieron cuatro UVIs móviles enviadas por el SUMMA, seis ambulancias del SERMAS, otras once de Cruz Roja y tres enviadas por Protección Civil. Además, también participaron en el rescate de los heridos efectivos del Cuerpo de Bomberos de la Comunidad de Madrid, así como dos dotaciones de la vecina localidad de Móstoles.
José sufrió una luxación en el hombro y un golpe en la cabeza; su hijo, varios roces y cortes en la espalda: viajaba en el lado por el que volcó el autobús. Otros cuatro pasajeros tuvieron menos suerte, y se encuentran hospitalizados con pronóstico grave, cada uno de ellos en un hospital distinto: en el Hospital Clínico San Carlos, en la Fundación Jiménez Díaz, en el centro hospitalario Doce de Octubre y en el Hospital de Móstoles.
Y es que el elevado número de heridos -33 en total, sin incluir la acompañante del conductor del turismo, que sufrió una crisis nerviosa-, hizo que se optara por trasladarlos a distintos centros, ocho en total, tanto de Madrid como del sur de la región, para evitar colapsos.
Once personas ingresadas
A última hora de la tarde de ayer, fuentes de la Consejería de Sanidad y Consumo comunicaron que once personas permanecían aún ingresadas en diversos hospitales de la Comunidad de Madrid, y que las cuatro graves mantenían su estado sin variación. Veintidós viajeros que habían resultado malheridos en el accidente ya fueron, por tanto, dados de alta a última hora de la tarde de ayer.
La Consejería organizó un dispositivo de atención para responder a las necesidades de los viajeros del autobús, que ubicaron en la Fundación Hospital Alcorcón, y en el que también colaboraron Cruz Roja y Protección Civil. «Es lo habitual en estas circunstancias», explican desde la Consejería.
Un equipo de médicos, psicólogos y enfermeras fue atendiendo a los heridos que iban llegando en ambulancia, tras ser dados de alta en los diferentes hospitales. Les proporcionaban ayuda psicológica y atención en las necesidades básicas. A última hora de la tarde de ayer, por el dispositivo habían pasado 17 de los 22 heridos que habían recibido el alta médica.
«Llevamos a cabo un trabajo multidisciplinar, atendiéndoles psicológicamente y también socialmente: están de paso y hay que alojarles, darles alimento, devolverles el equipaje o tramitarles el regreso», enumera José Ramón Delgado, el responsable del Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias de Intervención Psicosocial (ERIE), de la Cruz Roja.
Delgado encabezó el equipo -«somos treinta personas, pero ahora mismo estamos diez»- que atendió a los desorientados pasajeros en el centro de Alcorcón.
A primera hora de la tarde de ayer, en la sala central acondicionada para los heridos que van siendo dados de alta, charlan sanitarios del SUMMA 112, del 061, de Cruz Roja o del propio hospital. En el centro, refrescos, zumos, dulces o bocadillos para aliviar el apetito de quien lo conserve a estas alturas del día.
Mientras, en las habitaciones contiguas, reposan con aire cansado algunos pasajeros: un grupo de ucranianos, guineanos, otros cuantos de varios países del Este... en el autobús también viajaban chinos, portugueses, brasileños o marroquíes. «El autobús no era de turistas; eran trabajadores, de jornaleros, algunos con destino Madrid y otros sólo de paso», comenta José Ramón Delgado.
Vuelta a casa
José, el herido de origen argentino, preveía tomar junto a su hijo un avión para Barcelona a las 9 de la mañana de ayer. El plan se fue a la cuneta junto al autobús y, en la tarde de ayer, esperaba recuperar lo antes posible su equipaje. Sobre la posibilidad de volar sin desembolsar más, incertidumbre: «Están hablando con la compañía aérea, a ver si nos lo reembolsan», se encoge de hombros.
En aquel autobús multinacional que partió de Lisboa, que llegó a Setúbal como marcaba la ruta pero que nunca alcanzó su destino definitivo en Madrid, también había españoles, aunque en la tarde de ayer no se habían comunicado cuántos. «Sí, estaba por ejemplo Rosa, de León, que venía de hacer el Camino de Santiago», recuerda José.
En aquel momento, a la sala acondicionada para atender a los heridos accede una adolescente en silla de ruedas, vendada y herida en las manos y en el rostro, y padre e hijo abandonan la conversación para besar a la recién llegada.